La senadora Isabel Allende criticó duramente a Miguel Crispi tras sus comentarios sobre la venta de la casa de Salvador Allende. La parlamentaria calificó los dichos como una falta de respeto y un intento de dañar su historia familiar. «Me parece una falta de respeto profunda a la memoria de mi padre», expresó Allende. La polémica reflotó tensiones antiguas entre figuras de izquierda.

Crispi había sugerido que la venta de la propiedad era «cuestionable» en términos históricos y éticos. En respuesta, Allende sostuvo que «las decisiones familiares no deben ser utilizadas políticamente», marcando distancia. La senadora recordó el sacrificio de su familia tras el golpe de Estado de 1973. Varios dirigentes políticos salieron a respaldarla públicamente.

El incidente provocó un fuerte debate sobre el respeto a figuras históricas y su legado. Diversos actores sociales lamentaron el tono del intercambio. La controversia evidencia las fracturas internas en sectores progresistas, en plena preparación de nuevos ciclos electorales. Isabel Allende llamó a no trivializar temas de alta sensibilidad nacional.