En un convento de República Dominicana, Frank Tavares vivió durante 22 años bajo la identidad de Sor Margarita, tras ser acogido por monjas que lo confundieron con una niña debido a una condición física.
A medida que crecía, Tavares se dio cuenta de su verdadera identidad, pero decidió mantener el secreto para no perder su hogar. Su historia tomó un giro inesperado cuando inició una relación con una compañera del convento, quien quedó embarazada, lo que llevó a la revelación de su verdadera identidad y su expulsión del convento.
Hoy, Frank vive alejado de los focos religiosos, pero su historia sigue generando debate sobre los límites de la fe, el género y la institucionalidad. Muchos lo ven como un símbolo de supervivencia; otros, como un fraude religioso.